miércoles, 2 de junio de 2021

A mis abuelos

 Ha llegado el día en que me quedé sin mis cuatro abuelos. Yo los llamaba abuelo, abuela, nono y nona. Los primeros fueron los paternos y los últimos los maternos.


De mi abuelo JP no se mucho, se fue cuando yo tenía 14 años. Recuerdo que ese día me entregaron una evaluación de Física, creo que me había sacado un 9 o 10. Si no me equivoco a sus 77. Prácticamente nació entre dos guerras mundiales. Por eso pienso que no me olvidaré más. Algo que también recuerdo que llegué a faltar al Colegio para ir a sus carneos. Partió en 2001.

De mi abuela FN me acuerdo más cuando cumplí 34 partió unos días después a los 92. A ella le molestaba que no le recibiera algo que ella me invitaba. Alguna vez me ofreció una rodaja de pan casero con picadillo de carne en horas de la tarde. Ese día había comido mucha carne, pero mucha...por eso no acepté y me respondió: "...Vaya a cantarle a Gardel..." fue un reto pero lo tomé bien como que era obligación recibir una comida. Se fue en pandemia pero no por la pandemia...2021.


De mi nona AV me acuerdo que ella misma hacía burlas de su aspecto. Por una enfermedad terminal ella decía que tenía "cabeza de rodilla de viejo". Si me tenía que retar, lo hacía. Aprendí mucho en ese sentido. Creo que se fue en 2011. El sabor de sus comidas era único.


De mi nono DG recuerdo que compartimos un sentimiento muy particular. Simpatizante de CABJ como yo y además justicialista. Me mostró su libreta (no recuerdo si era cívica o de enrolamient) allí constaba que votó a los 18 años. Me dijo que votó a Perón en 1946. Yo tendría 10 años aproximadamente cuando me lo contó. Alguna vez me nombró a Gioja que años más tarde sería Gobernador. No solo eso teníamos en común, también compartimos toda la vida una limitación física, de distinto nivel pero limitación igual. Escucharlo decir: "Avemaría" por un trago de agua fría, "Coma niñita"solicitando que las nietas comieran todo en el almuerzo. Palabras de campo y las que solo había leído en libros gauchescos similares al Martín Fierro: "naide", "Ay, juna", "l'agua". Una caligrafía impecable, parecía sacada de una pluma del siglo XIX y gran lector. Mi orgullo fue tener un nono gaucho. Partiendo en 2016 creo.


Ellos sobrevivieron a más de dos o tres terremotos. Vivieron todos los gobiernos militares y de los partidos políticos más nombrados, comenzado por la década infame prácticamente y finalizando en pandemia por COVID-19. Con ellos se va parte de mi niñez, mi infancia y mi juventud. Todos viviendo en tierra huarpe, dedicados a la agricultura y ganadería. De hecho, la localidad de ellos tiene nombre de cacique. Un mundo nuevo y todavía desconocido para mí. Devotos de Santa Bárbara, Difunta Correa y otros, criterio que a lo mejor no comparto pero con tal de acompañarlos eso era lo de menos.


Voy a extrañarlos. Nunca encontré oportunidad o manera de expresarles mi admiración hacia ellos por sus anécdotas, historias y por el ejemplo que dieron en vida. Cada uno tendrá lo suyo pero no soy quien para juzgarlos. Se que muchas veces por tener que estudiar no fui a verlos pero cada vez que me hice un  lugar en la agenda les dediqué tiempo, seguramente nunca será tiempo suficiente pero lo intenté. 


Todo esto me hizo reflexionar una serie de cosas y reafirmar otras:

Hace algunos años, creo que en 2018 o 2019 se había hecho un homenaje a los ex-combatientes de la guerra de Malvina de 1982 y me encontré o mejor dicho me encontró Alfonso Delgado, personaje notable de la comunidad católica en San Juan, y entre charlas luego de que se me acercó espontáneamente me dijo: "Hay que amar a todos, pero sin odiar a nadie". Al principio, no entendía esa paradoja.


Posteriormente, luego de pasar por esto de los funerales, sepelios, velorios o como se  llamen, veo que hay más gente en esos acontecimientos que en el día de cumpleaños. Parece que se celebra más la muerta que la vida. Un amigo dijo que ese momento de duelo es equivalente al hecho del rompimiento de una relación sentimental. Puede ser, aunque aun así no me cabe en la cabeza que esto pase. No es una crítica a la familia, es una autocrítica.


Mis padres decían algo así como: "Los homenajes se hacen en vida". Comparto esta situación. Creo que es mejor celebrar momentos con las personas vivas que acompañar cuando están muertas. No digo que no haya que ir al cementerio, solo digo que me parece mejor disfrutar momentos con la persona que padecerlos junto a su círculo de confianza entre familiares y amigos. 


Me gustaría que todo eso cambie. Creo que se viviría mejor en familia juntando todo eso a la vez. Amar sin odiar y homenajear a la persona que vive. 


La angustia siempre está, pero la satisfacción de haber hecho las cosas bien es incomparable.