martes, 17 de noviembre de 2020

Mi paso por el Colegio Santo Domingo y otros

 1991 comenzaba lo que se llamaba pre-jardín. Nunca me quedó bien mi paso por ahí porque parecía Jardín de infantes, no recuerdo el nombre de la escuela pero si no me equivoco era una escuela donde se daba la especialidad Técnico en Hidráulica. No tengo muchos recuerdos de ahí, solo buenos momentos de alegría con mis compañeros. Me sentía incluido porque no era una escuela especial.

Al año siguiente había ido al Colegio Dante Alighieri recuerdo que aprendí los cuentos universales en italiano. Había compañeros que me hacían bromas porque me hacían enojar y ahora que lo recuerdo me río de las bromas que me hacían como el día en que fui con el cabello más corto.

Luego llegué al Colegio Santo Domingo, una década vivida allí. En ese establecimiento conocí la música, gente que me cargaba y otras personas que entre chiste y chiste por ahí dejaban en claro mis vulnerabilidades. Fue muy bueno pasar por ahí, aprendí vínculos. Creo que de ahí aprendí a redactar o al menos animarme a hacerlo (no se si lo hago bien, si no lo aplico como corresponde es otra historia).

Años más tarde, llegó el momento de elegir orientaciones, tenía dos opciones. Humanidades y Ciencias Sociales o Ciencias Naturales. Finalmente, elegí la segunda, es que había entendido que debía dominar matemática si quería estudiar algo relacionado con la industria o Física, Informática y Tecnología.

Creo que hubo profesores que influyeron en mí de manera indirectamente y discreta para encontrar mi gusto por la ingeniería, recuerdos los profesores Gremoliche, Silva, Baistrocchi, Turcumán, Jofre, y otros.

La pasantía en el Departamento de Ingeniería Química me ayudó un poco más en mi elección hasta que comencé el curso de ingreso a ingeniería mientras cursaba segundo semestre del secundario.



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